Comunicación

“Un nuevo mecanismo vincula el consumo de carne con la arteriosclerosis” afirma un ponente en la FVE

25 | 02 | 2014

Alfredo Martínez, “Un estudio de abril de 2013 acaba de demostrar que el alto consumo de carne, que contiene colina y carnitina, produce en la degradación de éstas por las bacterias intestinales, la molécula TMO, una sustancia que parece aumenta el riesgo de arteriosclerosis” . Martínez ha realizado estas declaraciones durante la Jornada que sobre Microbioma y Obesidad se ha celebrado en la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados. Además, para Martínez, “algunos antibióticos pueden evitar factores de riesgo del consumo de carne que producen la arteriosclerosis. Pero, “habría que analizar los efectos de cada antibiótico en la microbiota para seleccionar los más adecuados”, ha contestado, en cambio, la Dra. Yolanda Sanz, de IATA- CSIC ya que, mientras algunos tienen efectos protectores, otros parecen aumentar el riesgo de padecer obesidad”.

Además, Martínez, del Departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Navarra, también ha hablado esta mañana en la sede de la FVEA sobre la dieta mediterránea, para quien es algo más que el consumo de determinados productos, “es una actitud, son mas componentes como la siesta, además de la alimentación, que sirven para prevenir la depresión, la diabetes, la obesidad, el Alzheimer…pero en algún momento, puede tener efectos secundarios.”

Pero para Martínez, en cambio, “el reparto del ácido oléico y de ácidos grasos monoinsaturados, típicos de la dieta mediterránea, y presentes en el aceite de oliva, no son grasas que engorden especialmente, se podría decir que son “grasas buenas” y que tienen un efecto no inductor de la obesidad”.

El coordinador del curso, Guillermo Sáez Tormo, ha destacado “lo mucho que estas dos líneas, Microbioma y Obesidad, aportan cuando se unen, es decir, la gran trascendencia que tienen sobre el origen de la enfermedad. Las conclusiones que se pueden sacar al interpretar la fisiopatología de una enfermedad y ayudar a conocer factores, como la composición de la flora microbiana, que pueden contribuir al desarrollo de obesidad y a la aparición de enfermedades inflamatorias.” “Cuando se secuencia el genoma de los microorganismos –afirma Sáez Tormo-se descubre que la variedad de bacterias que pueden desarrollar una misma función es asombrosa, pero que algunas tienen efectos secundarios muy perjudiciales.”
Tormo ha expresado su esperanza a que, una vez conocida a través del Microbioma qué tipo de alteraciones le esperan al individuo, “se puedan diseñar estrategias terapéuticas.”

En la misma línea se ha expresado el otro coordinador del curso, Andrés Moya, para quien se ha puesto de manifiesto la relevancia que tiene la microbiota en muchas patologías.
Moya reivindica la microbiota como “el último y ubicuo órgano, gran desconocido porque no está situado en ningún sitio en concreto ya que está distribuido por todo el organismo (boca, vías respiratorias, el estómago, etc.) hasta llegar a alcanzar los cerca de 2 kilos.”
Según Moya, “ahora lo podemos estudiar conjuntamente, podemos estudiar una comunidad microbiana y saber cuántas especies hay, cuántos genes, cómo funcionan y se puede traducir en las detecciones cada vez más claras, de una excesiva presencia de ciertos microorganismos en pacientes con obesidad que no metabolizan bien determinados carbohidratos, con lo que se pueden diseñar estrategias para alterar esa microbiota e introducir “cócteles” de microorganismos adecuados que favorezcan la adecuada digestión de los alimentos.”

Para el profesor Moya, “la dieta es importante según la composición bacteriana del intestino de cada individuo, lo que se conoce como huella ómica, que incluye la microbiota y factores adicionales como análisis genéticos que dan idea y actuaciones concretas de cómo cambiar la dieta de forma individualizada para tener resultados positivos sobre patologías relacionadas con la obesidad.”

Por su parte, la Dra. Manichanh, de la Unidad de Fisiología y Fisiopatología Digestiva del Hospital Vall d’Hebrón, ha afirmado que estudios recientes demuestran que los tratamientos antibióticos de muy larga duración, indiscriminados, y con dosis altas, que se automedican amplios sectores de la población, coinciden con personas más tendentes a la obesidad, puesto que las bacterias que sobreviven al consumo excesivo de antibióticos, son muy resistentes a éstos y provocan un tipo de degradación de los alimentos que favorecen, al parecer, la absorción de grasas.

Tanto la Dra Manichanh como la Dra. Sanz han analizado la importancia de la microbiota en el desarrollo de enfermedades inflamatorias del intestino, tales como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y otras.