SAUVAGE, JEAN PIERRE
Premio Nobel de Química 2016 Protección del Medio Ambiente 2020 a 2024Nació en París, Francia el 21 de octubre de 1944. Recibió su doctorado en la Universidad Louis-Pasteur de Estrasburgo en 1971. El futuro Premio Nobel Jean-Marie Lehn, miembro también de nuestro jurado, fue su asesor. Ha trabajado en el Centre national de la recherche scientifique, CNRS, y es profesor en la Université de Strasbourg.
Si imaginamos que los componentes de las máquinas más pequeñas podrían ser moléculas y para que una máquina funcione, sus partes deben poder moverse entre sí. En 1983, Jean-Pierre Sauvage logró esto conectando dos moléculas en forma de anillo en lo que se llama un "catenano". A diferencia de los enlaces químicos ordinarios, las moléculas de los catenanos están unidas como una cadena, donde los enlaces pueden moverse entre sí. En el futuro, las máquinas moleculares podrían usarse para nuevos materiales, sensores y sistemas de almacenamiento de energía. El Premio Nobel le fu concedido “por el diseño y síntesis de máquinas moleculares".
Inventores de la máquina que el ojo no ve
Es, junto con Feringa, también presente en el jurado de los Premios Rei Jaume I, uno de los inventores de las máquinas que el ojo humano no puede ver por lo minúsculo de su tamaño. Son una especie de mecanos formados por agrupaciones de átomos, estructuras hasta miles de veces más pequeñas que el diámetro de un cabello, totalmente invisibles para el ojo humano. Pero se mueven, cobran vida propia impulsadas por la luz o la energía química. Son las máquinas moleculares, el ingenio más diminuto creado por el hombre y que abren un campo de infinitas posibilidades que aún hoy en día se desconocen, pero que alientan un futuro en el que la ficción estará más cerca de la realidad: nanorobots que se sumergen por el cuerpo humano para transportar fármacos de forma selectiva, nuevos materiales que cambian de propiedades, sistemas capaces de almacenar energía, chips informáticos de tamaño inapreciable pero con una rapidez muchísimo mayor y con un coste energético ínfimo... Solo la imaginación puede poner coto a su potencial.